SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




domingo, 2 de marzo de 2014

¿Estás o no con nosotros?

Esta tarde competíamos con el frío y con la nueva religión del fútbol. Pero quien nos convoca a nosotros tiene más fuerza. La prueba es que alguien ha contado 19 personas. Esperábamos a un grupo de postconfirmación de 16 jóvenes pero al final no ha llegado. Pero hemos tenido caras nuevas. El Señor sigue llamando a otros cristianos a compartir esa pequeña oración cada mes. Y eso ya es una bendición.
Empezamos escuchando las campanas de Taizé que nos llaman a la oración. Como en aquella colina, cada uno hemos venido desde nuestras realidades distintas, dejando tareas diversas, para sentarnos un rato juntos y encontrarnos con el Dios de Jesús.
Hoy, un poco prematuramente y con olor a carnaval, nos situamos al inicio de la cuaresma en el desierto. Supongo que muchos de los que hemos estado allí esta tarde llevamos unas cuantas cuaresmas encima y es difícil la novedad.
Nos situamos en el libro del Exodo, que narra la historia de un pueblo que sale de la esclavitud y camina hacia la tierra prometida por su Dios. Y entre medio el desierto.
Dolores Aleixandre nos ayuda a mirarnos para dentro con un texto precioso de su libro Esta historia es mi historia.

Y es en realidad nuestra historia porque somos nosotros los que también cruzamos desiertos en nuestro camino. Es cada uno de nosotros el que es tocado por la muerte de seres queridos, o por el dolor físico diario, o por el paro laboral, o por la soledad, o por la decepción de los amigos, o por el miedo al futuro. Y es en esos momentos cuando te preguntas: ¿ Dónde estás Dios mío?


En el desierto es difícil a veces encontrar a Dios en nuestra historia, porque cuando el sol aprieta...
No hablo de acordarse de él para pedir, que eso suele ser lo habitual. Sino de sentir que el Padre está conmigo, aun en silencio.

Y sin embargo oímos hoy una voz que nos susurra: yo estoy contigo, eres precioso a mis ojos; tu nombre está grabado en la palma de mi mano...Y a Jesús susurrando en el otro oído: yo soy el pan de vida que ha bajado del cielo; el que viene a mí no tendrá nunca hambre; no temais; yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos,...

¿Dejaremos que el agua de Jesús nos apague la sed?


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto es una prueba a ver si funciona.

Rubén dijo...

Otra prueba