SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




domingo, 21 de agosto de 2011

JMJ

Acaban hoy las jornadas mundiales de la juventud. Tengo mis dudas en torno a quién se han convocado, a la vista de las imágenes televisivas y de los testimonios escuchados: ¿Jesúcristo o Benedicto?

"No me importa el calor, las horas de espera...la tormenta de la noche, porque por el papa aguantamos todo", decía un joven.

Hemos visto a miles de jóvenes coreando a Benedicto, jóvenes de sectores conservadores católicos que siguen a un líder religioso que dirija sus pasos. La duda es si se venera al máximo representante de la iglesia católica cayendo en la papolatría o es Jesús el que de verdad nos convoca, nos mueve y es nuestro único Señor.

Hay otra iglesia cátólica distinta que no se siente convocada a este tipo de encuentros y que no se siente representada por la jerarquía actual, y tan Iglesia como la anterior. Otra Iglesia más horizontal que no retroalimenta el bucle que parece existir entre los movimientos conservadores y la jerarquía, simbiosis ésta que perpetúa el modelo clásico.

Cuando veía las imágenes no dejaba de acordarme de Taizè, porque allí también se mueven miles de jóvenes al año, pero de forma diferente. Lo que se vive en aquella colina francesa no se mueve por una persona; su espíritu es el hambre de todos aquellos que buscan la luz para sus noches y la fuente del agua que les quite de verdad la sed. Allí también acuden cristianos de todo signo, que siguen al Resucitado como único Señor.

Ha habido, entre lo poco que he seguido de las jornadas, detalles que yo leía como posibles signos o mensajes de nuestro Dios. El viento y la tormenta ha azotado con fuerza la vigilia del sábado, interrumpiendo la celebración y hasta volando el solideo papal. Yo quiero ver en eso el soplo del Espíritu del Resucitado, que quiere barrer el boato, la ostentación, la Iglesia basada en las normas, en la moral, en la ley, la Iglesia uniformista y piramidal, y limpiarla de todo lo superficial, para hacerla así más libre, más pobre, más ecuménica, más horizontal,...con el "aire" de Jesús.

Hasta las hostias se mojaron con la tormenta esa noche y muchos no pudieron comulgar, como diciéndonos que no le busquemos tanto en los sagrarios sino en las cunetas de los caminos, porque se ha encarnado en nuestra historia, se ha llovido en Jesús, y vive en los pesebres de nuestro mundo, y muere con los crucificados de entre nosotros, con los que El nos pide la verdadera comunión.

También se han visto valores que irradian esperanza en momentos actuales de pesimismo y desesperanza frente al futuro: la acogida gratuita en los hogares, la alegría sana y profunda, la fraternidad entre gente distinta...

Ahora queda volver al mundo y evitar el caer en el peligro del espiritualismo sin proyección social, riesgo que persigue a todo cristiano sea de la iglesia que sea. Discurso que no he oído apenas estos días.

Ojalá que todos encontremos al Resucitado en el camino de Jerusalén a Jericó, donde nos jugamos el Evangelio y el Reino.