SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




viernes, 15 de marzo de 2019

No a condenar sino a salvar

En el último viernes de febrero nos preparó Felix la oración escogiendo como lecturas el precioso Salmo 139 y dos versículos de Jn 3.
Parecen pocos versículos para una lectura del evangelio pero os aseguro que son suficientes: "Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él".

Lo primero que me viene al pensamiento es tanta condena ejercida por la Iglesia: a los homosexuales, a las madres que abortaron, a los que tuvieron relaciones prematrimoniales, a los onanistas, a los divorciados vueltos a casar, a las prostitutas, a los curas casados...Y paradójicamente hoy la condena da la vuelta y la ejerce la sociedad hacia la pederastia del clero. ¿Será un signo de que no nos hemos leído bien los versículos anteriores? ¿Qué hubiera hecho Jesús? ¿Cómo se habría acercado a cada una de esas personas?

Hoy también descubro esos versículos con otra mirada después de los años.
En los años 70 y 80 comenzamos unos jóvenes nuestro camino en la fe personalizada. Eran tiempos de cambio, de comunidades de base, de intentar cambiar la ortodoxia y volver a hacer la experiencia de las primeras comunidades cristianas. Y leíamos a Patxi Loidi en Mar Rojo urgiéndonos al compromiso y el cura que nos acompañaba nos llamaba burgueses en cuanto nos parábamos un ratito. Fundamos el Lagun Artean, hogar de transeuntes, donde las vidas de los excluidos eran parte de las nuestras. Acompañamos a niños y adolescentes en su inicio en la fe. Y durante años nos juntamos cada semana en comunidad a la luz de una vela, leyendo la Palabra y haciendo silencio....Pero todo estaba teñido por el compromiso y la urgencia del mismo en nuestra historia....y siempre nos encontrábamos en déficit.

Hoy pienso si corrimos demasiado. Es tarde para buscar responsables, pero hoy sé que el inicio en la fe tiene otro principio. Y es la párabola del tesoro escondido. Lo primero es encontrar un tesoro y encontrar en él la fuente de mi felicidad. Luego viene el resto: un grupo que nos ayude a caminar, pero que nunca sustituye mi fe. Y después el compromiso, que viene sin forzarlo, por coherencia, por descubrirlo como exigencia evangélica. Aunque en el comienzo el orden esté alterado, luego hay que ordenar las prioridades....porque si no, cuando se disgregan las comunidades o se pierden los compromisos, a veces se tambalean los cimientos.

Nos sedujo la misión de Jesús, su apuesta por los pobres y los excluidos, su lucha contracorriente...pero nos faltó quizá descubrir los versículos de Juan y entender que Jesús vino para salvarnos a cada uno de nosotros, que ya estamos salvados, que nada nos separará del amor de Dios.
 Nadie nos acompañó en nuestras crisis, ni nos enseñaron a confiar en el Padre cuando se hace difícil vivir, ni a caminar con alegría sabiendo que es Él quien nos sostiene.
Ojalá enseñemos esto a nuestros jóvenes en nuestras comunidades.
Y ojalá no sea tarde para que lo aprendamos algunos ;)