SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




sábado, 17 de noviembre de 2018

Octubre 2018

Iniciamos el curso. Nos encontramos de nuevo aquellos que encontramos en este rinconcito "al aire de taizé" un espacio ecuménico de encuentro en Jesús de distintos cristianos.
Ojalá se sumasen siempre más iglesias cristianas, ojalá que este deseo de unidad fuese tan importante que acudiesen cada mes más cristianos de otras confesiones a este espacio común......a veces parece una utopía porque la realidad actual es poco plural.
María nos ha preparado el primer encuentro del curso con una oración alrededor del evangelio del ciego de Jericó. Confieso que no estuve ese día pero las lecturas que se leyeron me han hecho pensar.

Las historias de los hombres y mujeres de la Biblia son nuestras historias personales. Somos Moisés, Samuel, Jeremías, Pedro, Zaqueo, Marta, María, Pablo.....Somos el paralítico, el leproso, la hemorroísa, la adúltera,....somos Pilato, el joven rico, Tomás, o el cireneo,....
....y la historia de hoy del ciego de Jericó es también nuestra historia.

También nosotros somos a veces Bartimeos sentados al borde del camino, sumidos en la oscuridad, hundidos en el dolor y en el miedo, necesitados de buenas noticias, de esperanza para volver al camino, necesitados de alguien que nos coja de la mano y nos acompañe de nuevo a la luz. La enfermedad, la soledad, la tiniebla que va calando hasta los huesos... van cerrando nuestros ojos y vamos perdiendo la capacidad de ver. Y esperamos sentados a que un día alguien ponga barro en nuestros ojos y nos saque de la noche. Pero nadie pasa a nuestro lado, ni los pastores de nuestras parroquias a veces sólo preocupados de "llenar los huecos" olvidando cuidar y sostener a sus feligreses, ni los hermanos en la fe que pasan de largo por no liarse demasiado o acaso por sentirse pequeños o débiles para levantar a otro....Y sin embargo leo las palabras de Dolores Aleixandre:
"No tenemos otra misión que la de convertirnos en cauces de ese amor, en canales de esa ternura que no es nuestra pero que nos habita. En medio de un mundo enfermo y herido estamos llamados a dejarnos conmover y acercarnos, a no pasar de largo ante los que están caídos, a detenernos y mirarlos y, con un respeto infinito, extender las manos para tocar su dolor. Y aunque son tan impotentes y tan pobres, a través de ellas se produce el milagro de comunicar a otros el amor condicional y gratuito en el que nosotros mismos nos sabemos envueltos."


Si seguimos leyendo el evangelio descubrimos la buena noticia: Jesús sí escucha nuestro grito y se detiene. El toca nuestros ojos y se asoma en ellos palpando nuestro dolor, y con sus palabras y su amor nos restaura y nos devuelve a la vida....con otros ojos, con otra mirada.

Ojalá seamos restaurados con la mirada de Jesús para ver toda la vida y la luz donde quiera que nazcan, para mirar con ojos limpios que ven en lo profundo de cada persona sin juzgar la superficie, y para recorrer nuestro camino confiando en el mismo Dios que sostuvo la vida del Galileo.



domingo, 11 de noviembre de 2018