SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




domingo, 4 de noviembre de 2012

Encuentro de Octubre

                                                                                                                               Evangelio (Mc 10, 46-52)
Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.  
 Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar:
«¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!»
Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.»
Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo, levántate! Te llama.»
Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.
Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?»
El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!»
Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.»
Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.



Primer encuentro!!! Eramos pocos....pero buenos. Algunos históricos y dos nuevos amigos: Alfonso y Maite. Qué bendición conocer gente nueva que anda el mismo camino desde otros lugares!
Comenzamos ensayando cantos, aún sabiendo que el canto no es el fuerte del grupo. A veces pienso que aquellos que se acercan a este espacio de encuentro y ya conocen Taizé echan de menos el mismo papel protagonista que tienen los cantos en la oración de Taizé. Pero también espero que no dejen de volver por este motivo. Sabemos que el Padre nos quiere igual...aunque no nos elegirá para su coro de ángeles cuando vivamos definitivamente en su amor.
Fue María la que nos dirigió la primera oración del curso y escogió como evangelio "El ciego de Jericó".

Es en Jericó donde nos encontramos con los excluídos en las cunetas y es en Jericó donde Jesús también pasa por nuestra vida.
Bartimeo representa nuestro seguimiento a Jesús. Muchas veces estamos como estancados, acomodados, aburguesados, fuera del camino. Hemos andado tanto, hemos buscado tanto, que parece que ya estamos un poco desencantados. Porque nada cambia definitivamente. Porque no parece que nos llega el Mesías que nos haga ver de verdad.

Somos parte de una Iglesia que tampoco ayuda. Al revés. A menudo da signos de anquilosamiento, anacronismo y burguesía y ocupa el tiempo dictando normas morales o condenando a los que discrepan. (Acaso los que en la lectura mandaban callar a Bartimeo para tener a la masa bien controlada, porque prefieren el silencio a los gritos comprometedores). Se echa de menos en esta crisis económica una palabra de denuncia de nuestros obispos hacia las causas y una palabra de esperanza para los que van quedando en los márgenes del camino bajo el umbral de la pobreza. Una jerarquía que no "vende todo lo que tiene" para recorrer el camino con los pobres, para salir a la calle con los indignados, para ser voz de los sin voz en este momento de la historia en que necesitamos líderes que acompañen de verdad y se embarren con el pueblo. Pero también una "feligresía" muchas veces acomodada en las parroquias, que se conforma con la relación vertical con su Dios, que se alimenta de las celebraciones y oraciones de puertas adentro, alejada del compromiso transformador cristiano del mundo sin el cual todo el resto es vacío y hasta alejado del evangelio.
Pasamos todos de largo ante los ciegos y los pobres de nuestro barrio, los que como Bartimeo están sentados a las puertas de nuestros supermercados o nuestros templos, o buscan en los contenedores de basura de nuestras casas, sin pararnos ante ellos para no complicarnos la vida, sin entender que es ahí donde algún día rendiremos cuentas y no si comimos carne los viernes de cuaresma.

Son también cada vez más los cristianos que se han ido quedando por el camino, sentados, cansados de andar contra corriente en la sociedad sin el aliento cercano de sus "pastores". Cristianos desencantados, aburridos de las liturgias fosilizadas y de los discursos enlatados, cristianos cada vez más alejados de la Iglesia porque no encuentran en ella modelo para un seguimiento a Jesús de nuestro siglo.


Somos Bartimeos sentados al borde del camino esperando que alguien nos hable de nuevo de un tesoro escondido, de que tenemos una perla preciosa en nuestro campo y que por ella merece la pena de verdad apostar fuerte, que es un salto al vacío, pero que allí detrás, sin que le podamos ver, existe un Padre que no nos dejará nunca caer, si confiamos. Necesitamos volver a ilusionarnos de nuevo por ese tesoro, necesitamos encontrar de nuevo al Maestro para poder levantarnos y caminar detrás de él, libres de mantos que aprisionan, de ropajes, que no hacen sino distraer la mirada de lo único importante.

Te necesitamos Jesús, Señor de nuestras vidas. Ten compasión de nosotros. Queremos volver a ver. Danos unos ojos limpios. Levanta nuestras vidas y llénalas de esperanza. Haznos sentir vivos otra vez para poder caminar contigo sólo fiados de tu palabra y de tu amor.

Video: "¡Que pueda ver!"