SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




martes, 8 de enero de 2013

Desmontamos el Belén

Se acabó la Navidad. Y llega la hora de retirar los adornos de las calles y de las casas que han vestido este momento. También las figuras del Belén vuelven a su caja en silencio para hibernar hasta el año que viene.
Mientras recogía cada figura pensaba en lo que estos días han significado para todos. Y lo hacía  desde mi situación vital actual, que ha cambiado mi mirada.

Me acordaba de todos aquellos sentados o arrodillados en los laterales de nuestras calles, excluídos de la mesa de la sociedad y de nuestras mesas, mendigando unos céntimos para poder llevar algo a sus casas. Mientras, nosotros pasamos deprisa a su lado, sin apenas fijar nuestra mirada en ellos para no violentar nuestra conciencia.  No creemos que, fácilmente, podemos estar  un día en su situación, cuando nos falle la salud, el trabajo, la familia, los amigos...Tampoco lo esperaban los millones de personas que se han quedado sin empleo, o sin casa. Ni aquellos que ahora aceptan alimentos de las ONGs o los que buscan en los containers de los supermercados.
Paseaba el otro día por las calles y barrios céntricos de la ciudad y se iba apoderando de mí la tristeza por el contraste que veía al caminar. Gente con bolsas con regalos, gente con chamarra de guatiné, con probables trabajos bien pagados, charlando animadamente, riendo y bebiendo en la calle...y en los márgenes de las aceras personas de ojos tristes, sentados, solos,... esperando que en esas fechas alguien fuese más solidario. ¿Quién seguirá compartiendo algunas monedas ahora que ha acabado la Navidad?, pensarán ellos.

Pensaba en el tremendo escándalo que supone el hiperconsumo de estos días, sobre todo en regalos, mientras a otros no les llega para vivir. Nos cuentan que ha habido un aumento del 329% en el número de tablets vendidas respecto a la campaña del año pasado. Cada vez subimos más el nivel porque es más difícil saber qué regalar ya que a la mayoría de nosotros no nos falta de nada. Pero parece imprescindible comprar regalos, no importa el dinero. "Navidad es sólo una vez al año", nos decimos. "¿Para qué ahorrar si igual nos viene un corralito?". "Si yo puedo ¿por qué no me lo voy a poder gastar?". "Yo no puedo arreglar la pobreza del mundo. Para eso están los gobiernos".
Y sin embargo, en muchos hogares de nuestros barrios viven familias enteras con la irrisoria pensión del abuelo, o con los últimos meses del paro; con comida que les da Cáritas o el Banco de alimentos y con las prendas de Eco-ropa.

Me acordaba también de tantos ancianos en residencias que esperan que alguien les visite cada Navidad, que ni siquiera quieren regalos sino la presencia de aquellos por los que dieron su vida muchos años. Rostros surcados de arrugas, labrados con retazos de pura vida, de dolor, de lucha. Rostros ahora olvidados y sin embargo necesitados de una caricia. Vidas vulnerables, frágiles, que sólo tienen sus recuerdos y apenas les queda esperanza. ¿Quién se acordará de nosotros ahora que acaban estas fiestas típicamente familiares? se preguntaran ellos.

Desmontamos el Belén. Y José, María y Jesús, vuelven a la caja y al trastero, esperando al próximo año. ¿Quién se acordará de nosotros ahora que vuelve todo a la rutina? pensarán ellos.

Mientras guardo despacio cada figura pienso que han cumplido su función en silencio. Ellos desaparecen y no les importa, porque saben que Dios se ha quedado para siempre en nuestras vidas y especialmente en las de aquellos que viven en los pesebres de nuestros caminos.


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