SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




sábado, 29 de diciembre de 2012

Nuestra llama tiembla

Alguien dijo que al entrar sintió que allí había mucha energía positiva. Otra persona dijo que en la oración había sentido como un chute de Ventolín, o sea como una gran bocanada de aire fresco. Y también alguien apuntó que era una bendición la riqueza de la pluralidad que alli se reunía.

Lo cierto es que, una vez más, se hizo posible el regalo de juntarnos en torno a Jesús, sin importar de qué iglesia venimos ni los dogmas que aceptamos. Sólo queremos encontrarnos en Jesús, que transparenta la luz de Dios Padre. Sólo acudimos allí cada mes buscando la luz del Emmanuel, del Dios que se nos llueve en Jesús para inundarnos con su amor.
Con unas 22 personas comenzamos la oración que preparó Eleder y que se iniciaba con un salmo precioso: "Sé tú mi refugio,...y la fuerza que anima paso a paso mi flaqueza. Tú me llevas en tus manos para que mi pie no tropiece. Tú eres la luz que abre camino a mis noches...".
Y el evangelio nos hablaba de un viento fuerte que movía la barca de los discípulos y hacía tambalear su fe.

Miraba esta tarde cómo temblaban las llamas de las velas que rodeaban la cruz e imaginaba nuestras llamas agitadas por los vientos que amenazan nuestras vidas a menudo. La enfermedad, la muerte, el paro, un desahucio, la soledad, el hambre, el miedo...Vientos que también hacen tambalear nuestra fe porque nos impiden ver que el Maestro viaja con nosotros en el mismo bote.

No siempre es fácil mantener la fe, sobre todo para aquellas vidas ninguneadas, castigadas, excluidas de nuestro mundo. Pero curiosamente Dios elige para nacer los pesebres de nuestra historia. Y entender este mensaje es vital porque es aquí donde podemos fortalecer nuestra fe.
Si Dios elige ese escenario para darnos a Jesús: en lo más pobre (un pesebre y un establo), en lo más pequeño y vulnerable (un niño), en una familia emigrante, en un sin-papeles, entre los más pobres y despreciados (pastores), en la noche, sin sitio en las posadas del mundo, perseguido por los poderosos,...es porque Aita Dios quiere acompañar cada vida, especialmente aquellas más difíciles, y recordarles cada navidad que El sabe por lo que pasamos porque lo ha querido vivir en su hijo, y que siempre nos sostendrá con su inmenso amor.
Por eso, entender que Dios se ha hecho uno de nosotros debe cambiar la mirada de nuestra realidad. El no nos apartará los vientos y tempestades pero sí estará con nosotros hasta el final.
Nuestra llama puede temblar pero sabemos de quién nos hemos fiado.

Pues el encuentro continuó de forma más participada expresando nuestra oración de forma compartida. Muchas voces se fueron sumando a ella y esa tarde allí se escucharon oraciones espontáneas preciosas.
Al final unimos nuestras manos para llamar a Dios Padre y acabar pidiendo juntos que nos siga regalando su pan y nos libre de todo mal.
Cantos finales, tertulia en grupitos y pote final en la taberna de al lado.

Hasta el día 23 de enero en Arrupe Etxea donde celebraremos la oración al hilo de la semana de la unidad de los cristianos.
Os dejo un video de despedida.

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