Llegué ayer a Madrid y nos acogieron en su casa de espiritualidad la comunidad de religiosas de las Esclavas de la Sma. Eucaristía y nos dieron de comer. Por la tarde nos invitó a cenar una comunidad laica de cristianos que conocimos en las pascuas que vivimos unos años en Sta. María de Huerta.
En ambos casos nos sentimos agasajados, cuidados y queridos por personas que no veíamos desde hace años. Y yo sentía que todo aquello era una forma de abrazo del Padre...
Es la hospitalidad la seña de identidad de cualquier comunidad que se precie. Tambien es signo de la calidad de una familia. Cuánto saben de eso los pueblos de otras latitudes y de otras religiones a las que a veces criticamos. Pero qué importante es el sentirse querido, integrado, valorado,...cuando llegas a un sitio.
Y es también el sentirse acogido en un grupo lo que rompe por dentro cualquier barrera, miedo, prejuicio, y lo que hace cambiar el corazón, porque desde entonces comienza una especie de cadena de hospitalidad y acogida para con muchos otros.
Os dejo con unas palabras del primer día del hermano Alois:
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