SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




miércoles, 25 de abril de 2012

Encuentro Taizé

Jornada histórica la del sábado 21. Nos juntamos en la capilla de Arrupe Etxea un grupo de cristianos a los que nos importaban mucho menos nuestras diferencias que el poder estar unidos en lo fundamental: Jesús de Nazaret. Hubo una nutrida representación de la Iglesia evangélica de Santutxu a los que agradecemos enormemente su participación.
Recordamos al hermano Roger y a su comunidad ecuménica, vimos un poco su historia, su filosofía, su objetivo de reconciliación de la familia cristiana. Escuchamos sus palabras en un video. Y luego tuvimos un rato para compartir experiencias. Al final acabamos con una oración que nos preparó Eleder.

No sé si los que vinisteis esperabais algo más del encuentro. Hubiera sido bueno oir más voces en vez de a unos pocos. Hubiera sido bueno compartir nuestros deseos, preocupaciones, sueños, esperanzas... entre todos, porque sólo escuchando podemos entender, aceptar, unirnos por dentro. Y esto de la escucha es una actitud poco extendida.
Pero podemos organizar otro día algo distinto si nos animamos todos: una reunión para compartir experiencias, sentimientos, espiritualidades, formas distintas de hacer, de rezar, de comprometernos. Una reunión en la que, desde Jesús, hablemos todos, en la que nos sentemos a escuchar, a saber del otro, a entender cómo piensa y sobre todo cómo siente. Eso también nos unirá como cristianos. Lo dejo ahí.

En la oración se escogió el texto de la curación del siervo del centurión, que dice a Jesús: "...bastará una palabra tuya para que mi criado quede curado...".
A la vez yo recordaba a Tomás que es protagonista estos días en las apariciones de Jesús. “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.
¡Qué distintos testimonios! Si pudiésemos ser siempre como el centurión. Si en nuestras vidas la confianza estuviese al principio de todo...
Pero hay unTomas escondido en nuestro corazón, que no acaba de creer, que necesitaría la aparición del Resucitado para poder tener la certeza de que realmente está vivo. Somos centuriones incrédulos que necesitarían que Jesús les acompañase hasta sus casas para obrar milagros en sus vidas.
Y sin embargo El está ahí. Siempre. También en la oscuridad, en las dudas, en el fracaso, en el dolor,...aunque no vayamos, aunque no le creamos. El nos espera siempre.
Hasta que algún día, desde lo profundo del corazón digamos como Tomás: "Señor mío y Dios mío",...o como el centurión: "Una sola palabra tuya bastará..."...para sanarme.
Y sólo entonces empezaremos a descansar en El.

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