Hoy acaba el encuentro europeo de Taizé. Madrid se ha llenado con 15.000 jóvenes venidos de muchos países, algunos de sitios muy lejanos.
Me pregunto en qué reside el poder de atracción que ejerce Taizé. Además de estos encuentros, en el pueblecito de la Borgoña francesa el número de jóvenes que se acoge cada semana ronda los 4000, o sea más de 200.000 al año.
Cuando estos días nos quedábamos tantos miles de personas en un silencio absoluto sobrecogedor en la oración común, me preguntaba qué estaría sintiendo cada persona allí reunida. Cuáles serían sus bloqueos, sus miedos, sus esperanzas....quiénes estarían en búsqueda, quienes necesitarían encontrar sentido a sus vidas, quiénes esperanza para un futuro negro.
En un mundo en el que la fe no está de moda y en el que se te puede poner una etiqueta por confesarla, miles de jóvenes recorren kilómetros en búsqueda de sentido, se juntan a otros para discernir y para orar...algunos sólo vislumbrando una luz, avanzando a tientas, en el inicio de una fe.
Estos encuentros, esta búsqueda en un mundo científico y tecnológico, con generaciones que viven un cambio de paradigma en tantos órdenes, es una pura bendición. Como lo es el carácter ecuménico real en Taizé donde los jóvenes no tienen prejuicios para compartir la fe con otros cristianos de cualquier confesión, a diferencia de muchos de sus pastores que en la práctica no creen ni fomentan la unidad local de los cristianos.
Gracias Taizé por ser luz para tanta gente y signo de esperanza cada Navidad!
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