"En la cena de esta noche en Betania me has hecho entender mejor qué es lo que deseas de tus hijos, Abba. Veía a María agitada y nerviosa por servirme y quejándose después porque estaba haciendo tanto por mí, mientras que María solamente me escuchaba; y me daba cuenta de lo que se esconde detrás de cada una de estas actitudes.
Muchos andan buscando, como Marta, reunir méritos y hacer muchas cosas por ti con la intención, quizá ignorada por ellos mismos, de presentarse anti ti cansados y satisfechos, sabiéndose eficaces e importantes. Te presentan las obras de sus manos como gavillas de trigo de un campo que ellos mismos han arado, sembrado y cosechado. De noche y de día han vigilado el crecimiento de las semillas y, si alguna vez descubrieron que había nacido también cizaña, la arrancaron enseguida y con su precipitación, no se dieron cuenta de que estaban dañando también al trigo. Pero como se han fatigado mucho y piensan que eso es lo que te agrada, se acercan a ti esperando secretamente que agradezcas y recompenses sus preocupaciones, agobios y desvelos.
Otros, lo mismo que María, exponen ante ti su existencia como una tierra vacía y pobre y esperan silenciosamente que seas tú quien siembre en ella las semillas; no se desentienden de ellas y también las cuidan, pero conocen la fuerza oculta de lo que crece por su propio impulso y se fían más de lo que pueden hacer tu sol y tu lluvia que de su propio esfuerzo. Duermen tranquilos abandonando en ti sus preocupaciones y cuando llega la hora de la cosecha vienen a ti contentos, desbordando confianza y agradecimiento porque reconocen lo que hay en sus manos como don tuyo.
Y como no deseo otra cosa sino dar a conocer tu verdadero rostro, he afirmado esta tarde que María ha elegido la mejor parte. Esa que tú das en herencia a los que eligen, por encima de todo, escuchar tu Palabra y abandonarse a tu amor."
(Contar a Jesús. Dolores Aleixandre. Pág.145)
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