Comenzamos curso en otoño, cuando caen las hojas de los árboles y parece como que todo quiere desprenderse de lo viejo para rebrotar más tarde con fuerza.
Tengo un ficus muy grande en mi salón que llega casi hasta el techo. Lleva con nosotros 25 años y cada otoño comienza a perder hoja y solemos comentar: "Huy, creo que de este año no pasa". Pero llega la primavera y asoman nuevos brotes y en unos meses ya tenemos más hojas. Pienso que es como una limpieza inteligente que se deshace de sus partes viejas.
Lo que no sé es si nosotros hacemos lo mismo. ¿Nos apuntamos también a cambiar de "hoja"? ¿O más vale hoja arrugada que nueva no controlada? Porque ya se sabe....estas hojas irreverentes....comienzas dándoles una ramita y te acaban cogiendo el árbol entero....Y así mal vamos. Con lo tranquilos que estábamos....Y empezar a cambiar cosas a estas alturas....
Pero la vida no se detiene. Cambia. Se renueva. Te trastoca. Te desinstala. Te desnuda a veces para dejar ver el interior.
Y caminar con Jesús es siempre apuntarse a lo nuevo. Y confiar en que en cada sendero nuevo Él estará caminando a nuestro lado.
"¡¡No temáis!!"
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