SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




lunes, 26 de diciembre de 2011

¡Feliz Navidad!

Nos juntamos justo el día antes de la Noche Buena, como preparando su llegada, en una oración que Sarai nos preparó con cariño, y en la que hicimos silencio y abrimos nuestras manos y nuestro corazón al Padre.


Leímos dos lecturas: un fragmento de la creación del Génesis y el comienzo de Juan (“En el principio ya existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios. (...) En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres”).

Y me vino a la memoria el cuadro de la creación de Miguel Ángel y el dedo de Dios dando vida al hombre. Y también me acordaba del relato de la creación en el que Dios insufla su propio aliento para dar vida al primer hombre. Por eso estamos llenos de la misma vida de Dios.

Esto es Navidad: Dios que nos da lo mejor suyo, se da a sí mismo, nos da a su hijo, para volver a soplar su aliento de vida en nosotros.

Y descubrimos que nuestro corazón está habitado con una presencia. Y que por encima del sentimiento de abandono de tantos que nos decepcionaron con su amor aparente, hay un Amor que no defrauda, que puede llenar nuestra soledad y hacernos vivir con la seguridad de que alguien nos quiere como somos y de verdad.

Jung dice: “No somos más que el establo donde Dios nace. Espiritualmente somos tan sucios como un establo. Nada tenemos presentable al Señor, pero precisamente él quiere habitar en nuestra pobreza”.

El mensaje de Belén no se parece al que solemos vivir. Belén nos hace mirar hacia abajo, hacia lo pequeño y vulnerable, porque es ahí donde encontramos al Salvador. Nace al borde del camino sin sitio en ninguna posada, nace sin papeles (sin ciudadanía romana) y siendo perseguido huye con su familia y se refugia en otro país. ¿Nos suena la historia: un sin papeles emigrante? Extraño comienzo para “el rey de los judíos” si no fuese porque para nosotros es Emmanuel: Dios con nosotros, un Dios que comparte nuestra misma historia y sobre todo la suerte de quienes viven excluidos, en soledad, en la inseguridad o en el miedo. Me acuerdo de tantos inmigrantes con rostro y nombre, que viven en los márgenes de nuestro camino y que necesitan una buena noticia.

También nosotros necesitamos sentir su calor y su abrazo en nuestras noches y por eso le pedimos: Marana tha!

Quiero acabar con unas palabras preciosas que me regaló una amiga el otro día:

Piensa en lo más frágil y humilde de ti. Sé feliz porque Dios nace en lo que menos esperas, en lo imposible, en tu pesebre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aupa a todos y todas!!!!! Eguberri On!!!! Os dejo un enlace para meditar esta Navidad

http://youtu.be/OUUqYU2mRus

Dios viene a nuestro pesebre....

Sarai