Contento por una parte, porque es una alegría ver sentados juntos a todos los representantes de las mayores iglesias cristianas de nuestra provincia. Si eso es un signo externo de que las relaciones son fraternas y fluidas en la práctica, seguro que el Padre está encantado. Y si no son tan fluidas o tan fraternas en casos puntuales, pues a ponerse las pilas, porque no valen falsas escenificaciones porque la reconciliación y la fraternidad no solo hay que predicarlas sino hacerlas.
Por otra parte la celebración sigue pecando del mismo defecto: que quien lidera es la iglesia católica. Eso se refleja simplemente en la disposición de las sillas. El representante catolico en el sillón presidencial central y los demás a los lados.
Si queremos hacer las cosas bien hay que cuidar los signos externos, que muchas veces son más importantes que las palabras. ¿No hubiera sido más justo, independientemente de quien haya convocado la celebración, que nadie hubiese presidido, sino que se hubiese hecho un semicírculo en torno a una mesa sin presidencia? ¿O es que seguimos pensando que son los otros los hermanos separados y nosotros les invitamos a que vuelvan?
Pero bueno, ojalá vayamos mejorando en estas cosas que sé de buena tinta que para muchos son importantes.
Acabo poniendo mi esperanza y mi oración en la unidad de los cristianos en su diversidad. Con variedad de cultos, de ritos y expresiones de la fe, pero fraternos en Jesús y en Dios Padre/Madre.
Nuestro grupo de Taizé en cada encuentro hace posible esta realidad.