"No me importa el calor, las horas de espera...la tormenta de la noche, porque por el papa aguantamos todo", decía un joven.
Hemos visto a miles de jóvenes coreando a Benedicto, jóvenes de sectores conservadores católicos que siguen a un líder religioso que dirija sus pasos. La duda es si se venera al máximo representante de la iglesia católica cayendo en la papolatría o es Jesús el que de verdad nos convoca, nos mueve y es nuestro único Señor.
Hay otra iglesia cátólica distinta que no se siente convocada a este tipo de encuentros y que no se siente representada por la jerarquía actual, y tan Iglesia como la anterior. Otra Iglesia más horizontal que no retroalimenta el bucle que parece existir entre los movimientos conservadores y la jerarquía, simbiosis ésta que perpetúa el modelo clásico.
Cuando veía las imágenes no dejaba de acordarme de Taizè, porque allí también se mueven miles de jóvenes al año, pero de forma diferente. Lo que se vive en aquella colina francesa no se mueve por una persona; su espíritu es el hambre de todos aquellos que buscan la luz para sus noches y la fuente del agua que les quite de verdad la sed. Allí también acuden cristianos de todo signo, que siguen al Resucitado como único Señor.
Ha habido, entre lo poco que he seguido de las jornadas, detalles que yo leía como po

Hasta las hostias se mojaron con la tormenta esa noche y muchos no pudieron comulgar, como diciéndonos que no le busquemos tanto en los sagrarios sino en las cunet
También se han visto valores que irradian esperanza en momentos actuales de pesimismo y desesperanza frente al futuro: la acogida gratuita en los hogares, la alegría sana y profunda, la fraternidad entre gente distinta...
Ahora queda volver al mundo y evitar el caer en el peligro del espiritualismo sin proyección social, riesgo que persigue a todo cristiano sea de la iglesia que sea. Discurso que no he oído apenas estos días.
Ojalá que todos encontremos al Resucitado en el camino de Jerusalén a Jericó, donde nos jugamos el Evangelio y el Reino.