SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




sábado, 28 de marzo de 2015

Dar la vida

Ayer, en la sencilla oración que nos prepararon, se escucho el evangelio del mandamiento del amor. Y me resonaba dentro una frase que acompañó mi silencio.
El amor supremo consiste en dar la vida. 
Pensaba en qué es dar la vida. Porque si lo tomamos radicalmente enseguida nos zafamos y decimos que eso es sólo para radicales y valientes. Pero no cuela. Re-cordaba, esto es, me venía al corazón, tanta gente que diariamente da poquito a poco su vida, que se desgasta para que otros a su lado tengan vida. A veces en cosas sencillas que con generosidad y servicio podemos ofrecer cada uno, cosas como hacer las ingratas tareas domésticas para que el otro se libere, dejar el sofá para encargarse de lo que a nadie le apetece hacer, renunciar a mis derechos en la familia o en otros ámbitos para que el otro sea más feliz...Cada uno verá.
Y también pensaba en madres y padres con infinita capacidad de servicio que cada día trabajan fuera y dentro de sus hogares, los últimos que se acuestan para que todos estén atendidos, que son capaces de quedarse sin comer para que a sus hijos no les falte la comida. Padres y madres coraje, africanos, latinos, españoles,...que dejan la comodidad de su hogar para ir sin nada, a la aventura, a otras tierras, con miedo, en busca de trabajo, sufriendo desprecios, soledad, penuria...para poder mandar a sus familias un dinero con el que sobrevivir. Cooperantes, misioneros, humanistas...personas que dejan su salud y arriesgan sus vidas por los excluidos de nuestro mundo, y cuando la muerte acecha son los que todavía se quedan cuando todos ya se han ido. Cuidadores (madres, padres, esposas, maridos, hijas e hijos) que hipotecan sus propias vidas por amor, por cuidar un Alzheimer, una parálisis cerebral, un down, cualquier vida vulnerable y dependiente; 24 horas al día, 365 días, durante muchos años....por amor.

Y muchos ejemplos más que todos conocemos, personas que dan su vida cada día en silencio. Esos son los santos de hoy. No son noticia en los periódicos pero son vidas heroicas que tratan de aliviar las cruces de los más desfavorecidos.
El próximo Jueves Santo que celebramos el día del amor fraterno podemos acordarnos de todos ellos y decirle a Jesús en la comunión que, como Él, también nosotros queremos partirnos como pan para los demás.
Ubi Cáritas et amor, ubi Cáritas Deus ibi est.





lunes, 2 de marzo de 2015

Necesitados de buenas noticias

No es difícil adivinar que la razón del auge de los nuevos partidos en las encuestas viene dado por la necesidad de cambio.
La gente está harta de que muchos (no todos) políticos, banqueros, sindicalistas y otros sinvergüenzas se lleven nuestro dinero y la mayoría no lo devuelva, ni dimita, ni vaya a la cárcel. La gente está indignada de ver cómo mientras los que nos gobiernan se llenan los bolsillos, cada día aumenta el número de los que no subsisten a fin de mes. Y siguen los desahucios, y las colas de gente en el Banco de Alimentos, y la gente que no puede encender la calefacción en invierno, y el número de jóvenes sin presente ni futuro, y los empleos de unos pocos días, y las lista infinita de parados...
Cómo no esperar entonces el cambio, cómo no ilusionarse con aquellos que prometen  una realidad distinta, más justa y solidaria.

Y pensaba que algo parecido, salvando las distancias, nos pasa con Jesús. Me explico.
Este viernes último de febrero en la oración de Taizé hemos leído el evangelio del milagro de la mujer encorvada. Dolores Aleixandre nos lo cuenta así:
"Al salir de la sinagoga busqué a la mujer encorvada. Me acerqué a ella por detrás y puse mis manos sobre su espalda con infinito respeto, con infinita ternura. Ella se dio la vuelta con un movimiento torpe e intento levantar la cabeza para ver quién era el que la tocaba. Y cuando yo me incliné para que pudiera mirarme, vi sus ojos habitados por un inmenso asombro. Le pregunté su nombre y, mientras lo susurraba, se fue poniendo derecha, y por primera vez nos miramos frente a frente, ella aún incapaz de creer lo que estaba sucediendo. Hasta que, de pronto, levantó sus brazos hacia el cielo como si fuera a tu encuentro, y se puso a bendecirte a gritos. (...) Proclamaba tu gloria porque te había experimentado como un Dios de vida."

Imaginaos ser mujer en aquél tiempo, ninguneada y despreciada por todos. En los márgenes del camino, sentada, encorvada por el peso de una vida injusta y sin esperanza. Cómo no glorificar a Dios y botar de alegría si después de dieciocho años de vivir encorvado, de vivir angustiado, o desesperanzado, o marginado, o asustado...nos llega alguien que pronuncia nuestro nombre, nos mira a los ojos, nos escucha y nos habla al corazón para ilusionarnos con otra vida posible.

Necesitamos buenas noticias entre tanta desesperanza. Es tan fácil caminar encorvado. También entre los cristianos.
Muchos han perdido ya la fe, pero me preocupan especialmente los que todavía siguen en el camino pero andan encorvados; quieren levantarse pero les cuesta llegar hasta Jesús; necesitarían que alguien les escuchase y les ayudase a ponerse de nuevo en pie, necesitarían que alguien refrescase en ellos la voz del Maestro.
Que el camino es muy largo, a menudo se hace la noche en la fe y hacen falta testigos que nos devuelvan a Jesús cuando le perdemos.

Se nos han vaciado las iglesias y alguna responsabilidad tienen nuestros pastores en esto, porque muchos no han bajado de sus púlpitos y salido de sus despachos para acompañar, escuchar y animar a cada uno de los fieles. Pero es también tarea de los cristianos de a pie ser las manos, los oídos y las palabras de Jesús con tantos "encorvados" a nuestro lado. Muchas veces sólo hemos criticado su estado en vez de intentar ayudarles, pensando que les gusta estar así. Pero es que no es fácil el camino de la fe.

Hay muchos hermanos que todavía siguen las huellas del Maestro, tristes y con paso cansado; otros han perdido ya el camino. ¿Quién les ayudará a recuperar el calor de Jesús?

Pues un viernes de cada mes. al aire de Taizé, intentamos que sople en nosotros el aire fresco de Aquél que puede hace milagros en nuestro corazón. ¿Te apuntas?