SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




martes, 30 de diciembre de 2014


Francisco habla del encuentro ecuménico de Taizé en Praga


                               Dios está con nosotros.
                                       FELIZ NAVIDAD


domingo, 21 de diciembre de 2014

Maranatha

Mâran´athâ es una palabra aramea que significa "el Señor viene".
Hace muchos años mi primer grupo de fe se llamaba así. Hoy prefiero decir en mi oración: Mârana´thâ (Ven Señor Jesús) porque después de tantos años siguiendo a Jesús sigo necesitando sus buenas noticias y su mensaje de esperanza para mi vida.
Pues eso es lo que celebramos estos días, que viene, aunque muchos piensan que no tiene que venir porque nunca se ha ido de nuestro lado. Es cierto que Dios es el aire que respiramos, el amor que baña tantos momentos de nuestras vidas...Pero a menudo no somos conscientes de ello, o nuestra fe se resquebraja, o se nos mueven las tablas en el suelo, o nos llega la noche en la que nos falta luz,...
Y así, a veces, poco a poco, Jesús se nos va perdiendo...ayudado todo por la crisis de nuestro tiempo, por tanta mala noticia que nos lleva a la desesperanza, entre tantos problemas que nos axfisian cada día...
Es por eso que en este tiempo necesitamos gritarle: Marana-tha, Ven Señor Jesús, ven y quédate con nosotros, que te necesitamos. Necesitamos que nazcas de nuevo en nuestros corazones, que pongas tu casa y tu vida entre las nuestras para poder caminar cada día contigo. Necesitamos, como los pastores, encontrar en el pesebre una buena noticia para nuestras vidas, necesitamos el calor de tus palabras que nos hacen creer en la utopía de un reino nuevo, necesitamos un poquito de esperanza para levantarnos cada mañana y caminar con aire fresco en los pulmones. 

Y por eso cada Navidad nos acercamos a Belén a buscar el abrazo de un Dios que no tenía nada más precioso que regalarnos que a su Hijo y nuestro hermano Jesús.....para que acompañe nuestras vidas.

Marana tha!!!




martes, 4 de noviembre de 2014

El Dios que respiramos

El pasado viernes nos juntamos por primera vez este curso.
Caras nuevas...Todo a punto...Silencio...Empezamos.
La idea de fondo de la oración era el Dios Amor que habita cada momento y cada espacio. Y el salmo inicial era un canto de alabanza y agradecimiento por ello.

Antes de escribir esta entrada ojeaba un poco el blog y me he dado cuenta de que han desaparecido algunos enlaces de la sección de vídeos porque los han retirado.
Y como uno hace referencia al salmo que leímos, lo he rescatado para todos.


       Aliento de Dios
                                                                                         


¿Lo has visto? ¿A que mola?
Sin comentarios para no estropearlo.

Después tuvimos un ratito de charleta espontánea en el que nos conocimos un poco más y compartimos un poco lo que nos llevó esa tarde a ese trocito de Taizé que nos reúne cada mes.
¡Una bendición escuchar lo que a cada uno le sale del corazón!
Y seguro que Dios estaba feliz.



martes, 7 de octubre de 2014

Curso 2014-2015

Bienvenidos a todos a un nuevo curso de encuentros de amigos de Taizé.

Nos hemos reunido ya para preparar este nuevo año y os mando las fechas en las que nos juntaremos:

31 Octubre
28 Noviembre
19 Diciembre (3º viernes)
30 Enero
27 Febrero
27 Marzo
24 Abril
29 Mayo
26 Junio

Ya sabemos quién las prepara y sólo os pedimos vuestra colaboración en su celebración.
Nos planteamos el tema del silencio a la entrada de la oración (en escaleras y capilla), como en Taizé, para meternos rápidamente en ambiente.
La puntualidad, por respeto a los que ya están concentrados en la oración.
El rato de compartir y presentarnos tras la oración, como acogida de los nuevos y como momento distendido de encuentro, Se evitarán los debates si surgiesen, porque no creemos que sea el ámbito propicio, y se pospondrán para la calle.
Los avisos se harán al final de la tertulia, y sólo al acabar ésta (justo antes de levantarnos), para no cortar el rollo de la misma.

Se incluyeron el año pasado nuevas secciones en el blog. Las tenéis a la derecha: Noticias de Taizé, Cantos de Taizé, y se metieron más vídeos y canciones interesantes.

Pues nada, que ya mismo empezamos. Id calentando motores.

martes, 1 de julio de 2014

Último encuentro del curso

Última oración del presente curso, poquita gente pero no por ello ha dejado de ser importante el encuentro. Juntarnos en torno a Dios siempre es...agradable y el viernes, cómo no, también lo fue. Acompañados de una preciosa oración nos ponemos en manos del Padre y nos abandonamos a su presencia. Se nos presenta un pasaje del evangelio ante el que hay que dejar de respirar, pensar... y dejarse llevar por él:  Marcos 4, 35-41.

Muchas veces, demasiadas, hemos estado en esa barca, en medio de fantasmagóricas olas, moviéndose la embarcación como una mota de polvo en un vendaval; el miedo nos atenaza, nos oprime el pecho y no podemos respirar...el siguiente segundo no acaba de llegar...todo se vuelve oscuro y nuestros miedos se convierten en amo y señor de todo lo que somos. Él está con nosotros, acurrucado en la proa del bote, hecho un ovillo, pero sus ojos nos miran y su sonrisa, cual oasis en un desierto infernal, nos reconforta. Nuestros ojos se encuentran con su mirada y sentimos una paz...como la de un aprobado ante la última oportunidad. Levanta sus brazos y alza la voz...¡¡Viento, cállate!!.

Todo es paz... Ha pasado lo peor...Debemos de confiar en el amor del Padre-Madre...Esa confianza hay que trabajarla para que fluya, cual nuevo idioma. Con el paso del tiempo, la esperanza se transforma en camino haciendo realidad el encuentro con el Padre día a día...

Las canciones de la oración: "Nada te turbe", "Ubi caritas", "El Señor te restaura"...nos alegraron la tarde y terminamos entre museos disfrutando de la cháchara y la siempre agradable compañía.

Tú eres el camino que busco, la vida de verdad...
                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Eleder

jueves, 19 de junio de 2014

Renovarse o morir

ESTANCADOS
José Antonio Pagola

17/06/14.- El Papa Francisco está repitiendo que los miedos, las dudas, la falta de audacia... pueden impedir de raíz impulsar la renovación que necesita hoy la Iglesia. En su Exhortación “La alegría del Evangelio” llega a decir que, si quedamos paralizados por el miedo, una vez más podemos quedarnos simplemente en “espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.
Sus palabras hacen pensar. ¿Qué podemos percibir entre nosotros? ¿ Nos estamos movilizando para reavivar la fe de nuestras comunidades cristianas, o seguimos instalados en ese “estancamiento infecundo” del que habla Francisco? ¿Dónde podemos encontrar fuerzas para reaccionar?
Una de las grandes aportaciones del Concilio fue impulsar el paso desde la “misa”, entendida como una obligación individual para cumplir un precepto sagrado, hacia la “eucaristía” vivida como celebración gozosa de toda la comunidad para alimentar su fe, crecer en fraternidad y reavivar su esperanza en Cristo.
Sin duda, a lo largo de estos años, hemos dado pasos muy importantes. Quedan muy lejos aquellas misas celebradas en latín en las que el sacerdote “decía” la misa y el pueblo cristiano venía a “oír” la misa o “asistir” a la celebración. Pero, ¿no estamos celebrando la eucaristía de manera rutinaria y aburrida?
Hay un hecho innegable. La gente se está alejando de manera imparable de la práctica dominical porque no encuentra en nuestras celebraciones el clima, la palabra clara, el rito expresivo, la acogida estimulante que necesita para alimentar su fe débil y vacilante.
Sin duda, todos, pastores y creyentes, nos hemos de preguntar qué estamos haciendo para que la eucaristía sea, como quiere el Concilio, “centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana”. Pero, ¿basta la buena voluntad de las parroquias o la creatividad aislada de algunos, sin más criterios de renovación?
La Cena del Señor es demasiado importante para que dejemos que se siga “perdiendo”, como “espectadores de un estancamiento infecundo” ¿No es la eucaristía el centro de la vida cristiana”. ¿Cómo permanece tan callada e inmóvil la jerarquía? ¿Por qué los creyentes no manifestamos nuestra preocupación y nuestro dolor con más fuerza?
El problema es grave. ¿Hemos de seguir “estancados” en un modo de celebración eucarística, tan poco atractivo para los hombres y mujeres de hoy? ¿Es esta liturgia que venimos repitiendo desde hace siglos la que mejor puede ayudarnos a actualizar aquella cena memorable de Jesús donde se concentra de modo admirable el núcleo de nuestra fe?                                      

domingo, 1 de junio de 2014

Quitando losas

Estuvimos poquitos este viernes de mayo. Quizá empieza a pesar el curso y andamos liados en mil cosas. Pero a algunos Alguien nos llevó a esa capilla en la que una vez al mes descansamos de la fatiga del camino. También sé que algunos históricos de nuestros encuentros, a miles de kilómetros de distancia buscaban una iglesia para unirse en espíritu esa tarde a nuestra oración.
Además nos visitó gente nueva, buscadores, como somos todos, ávidos de descubrir fuentes nuevas que apaguen nuestra sed.
A través de unas lecturas hicimos escucha de lo que el Resucitado puede cambiar nuestras vidas. Dejamos un rato de silencio para tratar de oír lo que Él nos susurra al oído y luego dejamos un espacio para compartir nuestra oración con los demás.
Este último compartir no a modo de reflexión o de pensamiento que se expone ante los demás (se lo trataba de explicar así el viernes a una persona al final de la oración) sino como oración personal que hago en alta voz y que comparto con los otros. Y por lo tanto su expresión será el reflejo de a quién me dirijo: "Yo Padre quiero poner en tus manos esta tarde...", "Te doy gracias Padre por...", "Gracias Jesús por..." o expresiones similares. Y no, como a veces oímos en algunos grupos: "Yo pienso que..", "A mí me parece...", o incluso "Yo siento que...", porque sí comparten opiniones, incluso sentimientos, pero olvidan que estamos orando y es a Él a quien nos dirigimos.

Escogimos esta vez el relato de la visita al sepulcro. Y esa historia es también nuestra historia. Somos como esas tres mujeres que se acercan al sepulcro, tristes, después de que han matado a su Maestro y con Él la ilusión y la esperanza que les había traído. También como ellas nos preguntamos de forma figurada: ¿quién nos descorrerá la losa? Quién nos ayudará a pasar de nuevo de la muerte a la vida. Quién nos devolverá la ilusión que un día encontramos en Jesús y su palabra. Quién nos traerá de nuevo la ilusión por construir un Reino que tantas veces hemos intentado. Quién nos hará recuperar la confianza en una Iglesia anquilosada y alejada del verdadero espíritu de Jesús. Quién nos contagiará su fuerza, su esperanza, su confianza en que es posible cambiar las cosas y cambiar nuestro corazón. Quién nos devolverá el sentido de nuestras vidas.
Correr las losas pesadas de nuestro presente o nuestro pasado...

Pero entonces, es la palabra del ángel, como la de Jesús, la que resuena como un eco:
                                               "No tengáis miedo"

El miedo es lo contrario a la fe. Atrapa. Esclaviza. Inmoviliza.
Pero a veces es difícil salir de él...

Necesitamos sentarnos juntos, al calor de su memoria y sus palabras, y decirle "quédate con nosotros porque anochece". Y reconocerle en el pan y la Palabra compartidas.
Por eso nos juntamos cada mes, porque creemos que Jesús está vivo cuando dos o más nos reunimos en su nombre.





lunes, 26 de mayo de 2014

¿Francisco tratando de redefinir el papado?

           
            Firma de una histórica declaración de unidad por católicos y ortodoxos




(...) "Tengamos el coraje de entender la Iglesia como un diálogo con todos los hermanos en Cristo, para encontrar una forma de ejercicio del ministerio propio del Obispo de Roma que, en conformidad con su misión, se abra a una situación nueva, y pueda hacer, en el contexto actual, un servicio de amor y comunión reconocido por todos". (...)


sábado, 26 de abril de 2014

¡¡Ha resucitado!!

 Jesús ha resucitado y vive entre nosotros. Ojalá empecemos a vivir como resucitados y ayudemos a resucitar a otros.
Y como la próxima oración va de resurrección os dejo con un artículo de un teólogo sobre un tema que ha hecho mucho daño a la fe de los cristianos.

Hasta el 30 M, a las 8.15. Puntuales forfi.



NUESTRA MUERTE Y LA DE JESÚS

JOSÉ Mª RIVAS CONDE

En el sentido propio de la palabra, «La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas están medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al final aparece la muerte como terminación normal de la vida».

Esta aseveración, que transcribo literalmente del Catecismo de la I.C. (nº 1007), explica el hecho de no escapar de la muerte ningún hombre, por más libre de pecado que se halle. De ello rueda, sin necesidad de empujarlo, que el morir no tiene de por sí ante Dios condición de castigo, y que no fluye de su propia entraña gozar de carácter punitivo, ni expiatorio, ni reparador del pecado. La muerte natural en sí misma, sólo es el final normal de toda vida terrenal.

Tanto es así que parece lo más razonable pensar que el mismo Jesús habría muerto, aunque su muerte violenta no hubiera tenido la finalidad sacrificial y expiatoria que afirman varios pasajes de la Escritura. Él, al encarnarse, se metió en la dinámica de cambio y temporalidad, propia de toda vida corporal y terrena. Dinámica de crecimiento, envejecimiento y muerte. Y su realidad de hombre se hizo patente en el compartir con nosotros todas nuestras debilidades o limitaciones (Heb 4,15), incluida la de la muerte, de la que no fue librado hasta después de pasar por ella (Heb 5,7-9).

El no tener la muerte natural carácter sancionador del pecado, es lo único que por lo demás encaja con la afirmada finalidad bíblica de la muerte cruenta de Jesús. La plenitud exhaustiva de tal sacrificio redentor, presentado en el Nuevo T. como el definitivo y el único de veras fecundo, excluye la necesidad de nuevas y adicionales expiaciones (Heb 7,26-27; 10,14). Éstas, por lo además, no pasarían en nuestro caso, dada nuestra bajeza esencial respecto de Dios (Lc 17,7-10), de ofrendas hueras e ineficaces en sí mismas. Tan hueras e ineficaces como la muerte expiatoria de animales (Heb 10,5-6). Aún las que no anduvieren encima embadurnadas de inmundicia.

La necesidad de la inútil hecatombe sacrificial de la humanidad entera ―a lo mejor trillones de trillones de hombres― no se puede aceptar en razón de haber quedado “cortita” la Redención que se afirma obrada precisamente por el Unigénito de Dios. Tampoco a causa de una necedad imposible en quien creemos Sensatez infinita. No es nuestro Dios como ídolo feroz, insaciable de sangre humana para expiación baladí y huera de las ofensas recibidas.

Esa es la idea, por demás cicatera, mezquina y sádica, que de Él dan sin advertirlo los que siguen la vía dolorosa de la autoinmolación reparadora y de la penitencia por los pecados propios o los ajenos. Esa misma idea es la que con toda buena fe inculcan cuantos proponen a los mismos como ejemplos a imitar. Y es la única que puede justificar y dar sentido ―desde su erróneo punto de vista― a los preceptos penitenciales, mortificantes y sacrificiales. Ésos que se nos urgen eclesialmente, y que precisamente los más fervientes se destacan en acatar, pese a que ninguno de nosotros los debería aceptar (Col 2,20-23).

Aún más: desde la fe en Dios Amor (1Jn 4,16) ni siquiera se ve la lógica de la muerte cruenta de Jesús, como sacrificio único de expiación o de redención. Nuestro Dios no tiene corazón de mercader, sino sólo de Padre colosal y por antonomasia. ¿Qué necesidad de cobro de nuestras deudas podrá tener Él, cuando está dispuesto a condonárnoslas gratuitamente con sólo pedírselo, aunque se trate de “millonadas”, como la de los diez mil talentos (Mt 18,32)?

¿Y cómo encajar el “cobro” en quien sabemos que incluso está pendiente de nuestro regreso, para salir corriendo Él mismo a nuestro encuentro al vernos llegar a lo lejos? ¿O es que lo está para mandar a sus criados a que nos den, antes de conducirnos a su presencia, una buena tunda en penitencia y pago por nuestro mal proceder? ¡Sería lo propio del dios legalista, justiciero y sádico que nos hemos inventado! Tan propio de “ese dios”, como negación blasfema del verdadero, cuyas entrañas de amor le fuerzan a salir corriendo a nuestro encuentro, para echársenos al cuello, cubrirnos a besos y ordenar a sus criados: “Vestidle con el mejor traje, ponedle sortija en su mano y calzarlo. Traed el novillo cebado y sacrificarlo. Comamos y hagamos fiesta, por este hijo mío que he recuperado” (Lc 15,20-24).

¿Que eso es así porque Jesús pagó nuestro rescate? ¿Rescate de quién? No podemos decir que de “las garras del diablo”, como si con él tuviéramos la deuda. Tampoco que el maligno pueda albergar en ningún caso derecho alguno frente a Dios. Menos aun, cuando toda su hazaña se queda en “robar, saquear y destruir” lo que sólo pertenece al Creador.

¿O será que nuestro Padre no nos amó hasta que Jesús y gracias a que Jesús sufrió por nosotros la pasión y la muerte? ¿Pero no fue el propio Padre quien por amor al mundo le entregó a su Unigénito (Jn 3,16)? ¿O lo entregó acaso para hacerlo “moneda” de nuestro perdón? ¡Inadmisible del todo!

Imposible que el Dios, que según nuestra fe se desborda eternamente en amor infinito sobre su propio Hijo Unigénito, se ensañe con Él ―¡como si pudiera hacerlo con alguien!― en vez de con nosotros. Imposible que le subordine a nuestra salvación. Nosotros sólo somos sus imágenes creadas. Jesús es la engendrada y consustancial a Él mismo. De tener que elegir, sólo un dios monstruoso nos preferiría a su propio unigénito.

En realidad, El Padre no le envió al mundo a pagar nada. Lo mandó a ser el buen pastor que, marchando en cabeza (Jn 10,4) nos guiara con su andar y su verdad (Jn 18,37). A fin de que nosotros no quedáramos en tinieblas (12,46); sino que tuviéramos vida y que ésta fuera abundante (10,10). Jesús buscó de veras nuestro bien y «discurrió por todas partes» haciéndolo (Hch 10,38). Hasta exponer consumadamente su propia vida (Jn. 10,11), por hacer frente a los lobos y por defendernos de los ladrones y salteadores, cuyo oficio es «robar y matar y destruir» (v. l0). Este amor suyo a nosotros es réplica, muestra y traslado del que nos tiene desde siempre el Padre que le envió (Jn 12,45).

Puede que hoy Jesús no hubiera expresado su misión con la figura rural del buen pastor; sino con la del líder. Un líder que lucha y convoca a luchar con él, en pro de la libertad de los hombres de toda esclavitud y sojuzgamiento; en pro de su esperanza más radicalmente alborozante. Que lo hace marcando con su palabra y su conducta un camino y un estilo peculiar de oposición a lo opresor y para la ineludible confrontación con los opresores. Un líder que no se hace excepción entre los que de veras se implican en la liberación de los que viven oprimidos por los poderes constituidos o dominantes de facto. Sino que asume el final, más común, de muerte violenta de los que se involucran seriamente en la superación de opresiones y abusos, aunque sólo sean sectoriales. Recuérdense, por ejemplo en nuestros días, a Gandhi y Lúther King. No pagaron nada con su muerte. No vivieron para saldar los pecados de los indios, ni los de los hombres de raza negra. Pero su lucha les costó la vida. En su área de acción respectiva fueron como pastor que da su vida por el rebaño.

¡Lastima que “múltiples tradiciones seculares” hayan amortiguado y casi ensordecido en la mayoría la convocatoria de Jesús! ¡Lástima que para muchos haya quedado reducida su misión, simplemente a la de un fundador de religión!

Una religión montada sí, sobre dogmas verdaderos; pero que no todos son palabra escuchada desde el principio (1Jn 1,1-4). Una religión encauzada con leyes, ritos y prácticas, que más de una vez carecen de subsistencia permanente; sino que son cambiantes, perecederos y corruptibles como la flor del heno (1Pe 1,22-25).

Una religión que con tales urgencias termina cayendo fácilmente como las otras en fundamentalismo subyugante, hasta incurrir en excesos opuestos al espíritu de Jesús. Como los cometidos antaño por la Inquisición de las “piras”, y como los perpetrados en todos los tiempos por la inquisición incruenta de desgarradoras angustias de conciencia, y de trabas incluso a la subsistencia social y económica del hombre.

Jesús no vino a condenar a nadie en este mundo, sino a salvar ya aquí. El fuego que Santiago y Juan le propusieron hacer bajar del cielo, no fue el de la condenación eterna; sino el de un rayo que en ese instante y ese momento barriera del mapa ―literalmente “consumiera”― a los samaritanos que no le habían acogido (Lc 9,54-55). ¡Y este es el fuego ajeno al espíritu y al actuar de Jesús.



sábado, 19 de abril de 2014

El silencio de Dios

Todos se han ido.
No queda nadie que acompañe al crucificado en la noche y en el dolor.
¡Qué solos se quedan los crucificados!
Tampoco parece estar Dios en la escena.
¿DÓNDE ESTÁS DIOS?
 Hasta su Hijo por un momento siente su ausencia en la Cruz.
¡Qué duro se nos hace el silencio de Dios cuando el sufrimiento nos atenaza!
Parece que se nos mueven las tablas bajo nuestros pies.

Pero ¿es que Dios no tiene derecho a guardar silencio?
¿Es que no puede guardar duelo por la muerte de su Hijo y por todos los crucificados?
Dios Padre sufre la muerte de Jesús y su silencio es expresión de dicho sufrimiento.
También a nosotros para las realidades y las experiencias más hondas sólo nos queda el silencio.

Nos gustaría un Dios todopoderoso y omnipotente.
Un Dios que nos librase de nuestras cruces, y que de paso mandase unas avispas para picar a los sinvergüenzas.
Pero su fuerza se manifiesta en su debilidad, que se expresa en el pesebre y en la cruz.

Y ante esa cruz, en este Sábado Santo, a nosotros también nos queda contemplar en silencio.
Un silencio de comunión con la Pasión de Jesús.
Un silencio de comunión con mi sufrimiento compartido por Él.
Un silencio de comunión con los expulsados del sistema, los excluidos de nuestra mesa, los abandonados en los márgenes del camino.

Hagamos silencio de confianza entregada al Dios crucificado.





lunes, 31 de marzo de 2014

Sal fuera

Marzo.
Qué ganas de sol tenemos.
Y también de abrazos.
Y especialmente el de Aita Dios.
Es por eso que buscamos espacios donde encontrar abrazos gratis. Uno de ellos creo que es el nuestro. Abrazos del Padre en el silencio, en los cantos, en la palabra, en los hermanos,...

Este viernes hemos tenido visitantes de una parrroquia de Barakaldo y unos cuantos pertenecientes al grupo Scout. Algunos ya habían ido a Taizé y otros iban a ir esta semana santa. Qué envidia!!!!

El evangelio que centró la oración era el de la resucitación de Lázaro. Hay dos cosas que me llaman la atención de esta palabra. La primera es el escepticismo de Marta que le dice: "Señor, ya huele, es el cuarto día!". La pregunta es: ¿espero milagros en mi vida o en la vida de otros? ¿o soy escéptico en lo que Jesús puede hacer a estas alturas en mi vida? ¿Hemos perdido la esperanza en el cambio que Jesús puede hacer en nuestras muertes?
La segunda palabra que resuena es: "Lázaro, sal fuera". Rubén, Ainhoa, Gorka, Mertxe, José....sal de tu sepulcro. Sal de lo que sea que te limite la vida, que te enquiste, que te aleje del Reino.
Sal ya!
Jesús te da la mano para auparte, para sacarte, para ayudarte a salir de tu oscuridad. Conocemos a Jesús. Sabemos que él escucha el sufrimiento y se acerca al ciego, a la hemorroísa, la mujer encorvada, a la suegra de Pedro...Y la historia de todos ellos puede ser nuestra historia.

Recuerdo ahora la historia del hijo pródigo. Cuando vuelve hacia la casa del Padre éste, viéndole venir, no espera a que llegue sino que corre a su encuentro. Dios recorre el camino que nos falta para llegar a él. Porque a veces no llegamos, algo nos impide llegar hasta su casa. Buscamos su abrazo, lo necesitamos, pero a veces nos hemos ido tantas veces de su casa que también nosotros somos escépticos en conseguir su abrazo.

Sin embargo, para salir de nuestros sepulcros Jesús nos da la mano, nos limpia los ojos, nos levanta de la camilla, nos devuelve la luz y la vida y nos lleva al amor del Padre.

Jesús, devuélvenos la vida...

Y su voz resuena una y otra vez:  Sal fuera! Sal fuera!





domingo, 2 de marzo de 2014

¿Estás o no con nosotros?

Esta tarde competíamos con el frío y con la nueva religión del fútbol. Pero quien nos convoca a nosotros tiene más fuerza. La prueba es que alguien ha contado 19 personas. Esperábamos a un grupo de postconfirmación de 16 jóvenes pero al final no ha llegado. Pero hemos tenido caras nuevas. El Señor sigue llamando a otros cristianos a compartir esa pequeña oración cada mes. Y eso ya es una bendición.
Empezamos escuchando las campanas de Taizé que nos llaman a la oración. Como en aquella colina, cada uno hemos venido desde nuestras realidades distintas, dejando tareas diversas, para sentarnos un rato juntos y encontrarnos con el Dios de Jesús.
Hoy, un poco prematuramente y con olor a carnaval, nos situamos al inicio de la cuaresma en el desierto. Supongo que muchos de los que hemos estado allí esta tarde llevamos unas cuantas cuaresmas encima y es difícil la novedad.
Nos situamos en el libro del Exodo, que narra la historia de un pueblo que sale de la esclavitud y camina hacia la tierra prometida por su Dios. Y entre medio el desierto.
Dolores Aleixandre nos ayuda a mirarnos para dentro con un texto precioso de su libro Esta historia es mi historia.

Y es en realidad nuestra historia porque somos nosotros los que también cruzamos desiertos en nuestro camino. Es cada uno de nosotros el que es tocado por la muerte de seres queridos, o por el dolor físico diario, o por el paro laboral, o por la soledad, o por la decepción de los amigos, o por el miedo al futuro. Y es en esos momentos cuando te preguntas: ¿ Dónde estás Dios mío?


En el desierto es difícil a veces encontrar a Dios en nuestra historia, porque cuando el sol aprieta...
No hablo de acordarse de él para pedir, que eso suele ser lo habitual. Sino de sentir que el Padre está conmigo, aun en silencio.

Y sin embargo oímos hoy una voz que nos susurra: yo estoy contigo, eres precioso a mis ojos; tu nombre está grabado en la palma de mi mano...Y a Jesús susurrando en el otro oído: yo soy el pan de vida que ha bajado del cielo; el que viene a mí no tendrá nunca hambre; no temais; yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos,...

¿Dejaremos que el agua de Jesús nos apague la sed?


lunes, 3 de febrero de 2014

El labrador paciente

Empezamos año y terminamos mes. Pasa deprisa el tiempo porque casi acabamos de guardar el belén. Aunque supongo que no para todos el tiempo pasa igual. Para el que sufre las cosas no van tan rápido.

El viernes cuando llegué había silencio y el sonido de los cantos llenaba la capilla. Me acordaba de las oraciones de Taizé y la música que en aquella colina francesa me acercaba al amor de Dios. Desenfundé mi guitarra tratando de no hacer ruido y me dispuse a ofrecer mis manos para ayudar a la oración.
Nos la preparó Amaia y estaba centrada en el Reino, con un evangelio que incluía dos parábolas. Una de ellas consiguió restañar esa tarde algunas de mis heridas. La que podríamos llamar: "El labrador paciente".

El labrador "siembra" la semilla y , al final, "mete la hoz" cuando llega el momento de la siega. Pero sabe que hay un periodo de tiempo en el que a él no le toca hacer nada, sino que es la  tierra la que "ella sola" hace que la semilla germine y crezca y dé fruto. Y todo eso sucede "sin que él sepa cómo", mientras él "duerme y se levanta" tranquilamente, sin empeñarse en dirigir unos ritmos que escapan a su control.

Retomo el tema enseguida pero dejadme que antes os cuente que al día siguiente estuve en un encuentro ecuménico entre las iglesias católica de Covadonga y evangélica de Santutxu. Va para el cuarto año ya celebrando encuentros fraternales que unen en Jesús a estas dos comunidades. Es un camino ya que se va consolidando y que es ya irreversible. Tuve el honor de participar en la preparación de las reuniones en sus comienzos como "asesor ecuménico" (según me llamaban de forma graciosa) y hoy cada vez que participo en los encuentros me siento feliz de que esa experiencia ecuménica sea hoy realidad en Bilbao.


Pero sobre todo he trabajado en el grupo de Taizé por el ecumenismo, he tratado de animar en su camino y he soñado muchas noches con que se viviese entre nosotros. Hoy en este grupo el espíritu ecuménico es una realidad, pero el camino a recorrer es siempre largo. Necesitamos convencer a más comunidades de que no es una utopía, sino que ya es posible cada mes que cristianos de distintas confesiones nos sentemos a rezar juntos al Padre porque es Jesús el que nos une. A veces este deseo de avanzar con mayor rapidez no se corresponde con la realidad, cuyo ritmo más lento nos frustra.

Quisieramos hacer realidad tantas cosas....!
Quisieramos conseguir que nuestros hijos nos hicieran más caso y que siguieran nuestros consejos. Quisiéramos que el esfuerzo en nuestra ayuda a los otros fuese efectivo. Que nuestras comunidades funcionasen sin interrupciones y sin desacuerdos. Que la Iglesia jerárquica cambiase y que la unidad en la diversidad fuese lo cotidiano. Que los proyectos por los que tanto hemos trabajado no fracasen por los imponderables...
Y todo esto nos preocupa y nos roba el sueño por la noche.

Sin embargo, hoy la palabra que escuchamos nos libera de la tentación de controlar. El labrador siembra con sudor la semilla, pero sabe que después no está en su mano el que germine.
Los cristianos seguimos teniendo como asignatura pendiente el saber cuándo toca trabajar por el Reino y cuándo toca sólo esperar; cuándo se requiere intervenir, y cuándo lo único que podemos hacer es irnos a dormir; cuándo toca analizar las causas y cuándo admitir que somos incapaces o reconocer que no lo sabemos todo y que hay muchos porqués y cómos que se nos escapan.  
Aprobar esa asignatura es conseguir el que, después de hacer buenamente lo que esté en nuestras manos, descansemos sabiendo que el proceso que Dios mismo ha puesto en marcha, hará que la  semilla continúe creciendo mientras dormimos.

Así queremos ser, labradores pacientes que se acuestan por las noches con el corazón agradecido y tranquilo, confiados en que han sembrado su semilla en buena tierra y que otras manos la harán brotar mientras ellos descansan: las manos de Aita Dios que sostienen nuestras vidas. 


martes, 21 de enero de 2014


Propuestas para 2014 del Hno. Alois

Cuatro propuestas para buscar la unión visible de los cristianos.
¿Cómo puede participar cada uno?

Haz clik en el título y descúbrelo.