SOMOS



Cristianos.
Sólo eso.
Llamados por el Maestro a seguirle.
Desde distintas comunidades cristianas.
Son Iglesias hermanas.
Separadas por lo accesorio.
Y unidas en el centro, como radios de rueda confluyentes.
Unidas en Jesús, el Cristo.
Con la voluntad y la necesidad de encontrarnos en El.
Porque creemos que la gloria del Padre es que sus hijos estén unidos.
Sabemos que sólo El tiene el poder de juntarnos olvidando lo que nos separa.
En Taizé ha sido posible. Aquí, ¿por qué no?

Quienes se apunten a este camino,
quienes queráis regar esta semilla
...pasad y sentaos.




domingo, 13 de noviembre de 2011

La unidad que Jesús quería

La Comunidad evangélica de Santutxu y la parroquia católica de Covadonga organizaron ayer una interesante jornada ecuménica en la que invitaron a hablar a un ponente de lujo: Joxe Arregi. Quien más o quien menos ha oído hablar de él por la triste historia que ha sufrido en sus carnes con la jerarquía gipuzkoana, historia que se viene repitiendo desde hace años con la censura a teólogos por pensar de forma distinta. Recuerda a los métodos ejercidos en épocas pasadas que quisiéramos olvidar.
Joxe intentó responder a la pregunta: "¿qué tipo de unidad querría Jesús?". Nos daba tres primeras claves: una iglesia terapéutica, una iglesia en la que se practique la comensalía y una iglesia fraterna. Y nos decía que el modelo de ecumenismo no debe ser el de la unión de las iglesias cristianas (uniformismo), sino el modelo del reconocimiento mutuo, con la unidad en la diversidad.
Y pensaba yo que tras el reconocimiento en el corazón de las iglesias hermanas hay un paso más que añadiría a este camino: el de la celebración conjunta. Debemos sentarnos juntos en torno a Jesús para orar, para alabarle, para darle gracias. La cotidianeidad será la propia de cada iglesia pero esto no excluye el que existan encuentros periódicos que nos hermanen. No sólo reconocernos y respetarnos en la diferencia pero en la distancia, en el refugio de mi comunidad o mi parroquia; sino acercarnos al otro para compartir mi fe con la suya, porque ambos estamos unidos por la misma fe en Jesús nuestro Salvador. Variarán nuestros ritos o nuestras formas, pero ¿es esto un obstáculo para no encontrarnos, para no rezar juntos al mismo Padre? ¿creeis que a El le importa el cómo o que sin embargo sólo sentirá una enorme alegría por ver cómo unos hijos que estaban alejados entre sí vuelven a encontrarse mirando a Jesús?
Estas experiencias ya existen en el grupo de Taizé y se empiezan a consolidar en Santutxu entre las iglesias que ayer nos convocaron.
Ese es el camino que tenemos que recorrer si queremos que la unidad sea algo real. Os animo a todos los que todavía no habéis dado ese primer paso, a que participéis en estos encuentros cristianos. Nosotros os ofrecemos los encuentros ecuménicos de Taizé de los viernes de fin de mes, a las 8, en la capilla del último piso de la iglesia de S.Francisco Javier de la calle Juan de Ajuriaguerra.
Tienes las puertas abiertas ¡Anímate!

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